
Entre el Pacífico y el paisaje árido de Baja California Sur, El Perdido emerge como un espacio que no busca imponerse al entorno, sino habitarlo con respeto. La silueta del hotel se diluye entre cactus, arenas doradas y cielos infinitos, invitando a los viajeros a vivir una experiencia donde el tiempo se desarma y la rutina se olvida.
El diseño arquitectónico se inspira en las viviendas indígenas y las traduce a un lenguaje contemporáneo. Los jacales privados son más que habitaciones: son pequeños santuarios de calma. Cada villa cuenta con terrazas con hamacas, jardines con flora nativa y baños exteriores que conectan al huésped con los ciclos naturales del día.
En su interior, muebles cuidadosamente seleccionados, texturas cálidas y una paleta cromática suave recrean la serenidad del desierto. La experiencia se completa con bibliotecas personales, sistemas de sonido y rincones diseñados para leer, escuchar música o simplemente contemplar el silencio.
La cocina es otro de los ejes del proyecto. En El Coyote, el restaurante insignia, los sabores locales se elevan sin perder su autenticidad. Los pescados frescos del Pacífico, las hortalizas del huerto y los ingredientes regionales marcan el pulso de un menú que celebra la identidad de Baja California.
Los huéspedes también pueden explorar la cocina de forma libre y lúdica: preparar guacamole con productos recién cortados o degustar mezcales en catas improvisadas. Aquí, la gastronomía es un puente entre comunidad, territorio y viajero.
Las experiencias que propone El Perdido traspasan sus límites. Caballos salvajes al amanecer en la playa de arena negra de Las Palmas, caminatas hacia oasis ocultos como El Aguaje o recorridos guiados por locales que conocen cada duna y cada arroyo, convierten la estadía en una inmersión sensorial en el alma del territorio.
El Perdido plantea una filosofía. Su modelo prioriza el empleo local, la preservación de la identidad cultural y la inversión en proyectos comunitarios. Parte de sus ingresos se destinan a fortalecer la economía de Todos Santos, demostrando que el lujo puede convivir con la responsabilidad social y ambiental.
Aquí, cada huésped se convierte en parte de un ecosistema de hospitalidad sostenible. El lujo no se mide en opulencia, sino en la posibilidad de formar parte de un territorio que se cuida, se respeta y se preserva para el futuro.
El Perdido no se define como un simple hotel: es un estado de ánimo. Un refugio para quienes buscan perderse del mundo y encontrarse a sí mismos entre el desierto y el mar. Aquí, el lujo es detener el reloj y dejar que la vida suceda con calma.
El viaje apenas comienza. ✨
📍 Calle El Pescadero 111, El Pescadero, 23300 La Paz, B.C.S., México
👉🏼 @elperdido.mx