
“El verdadero lujo de un hotel no se construye, se cocina.”
En un destino plagado de experiencias premium, el JW Marriott Los Cabos se distingue por algo más profundo que la vista al mar: una propuesta culinaria seria, coherente y vibrante que lo posiciona como uno de los grandes hoteles gastronómicos de México.
En la nueva era del turismo de lujo, los hoteles que entienden que la verdadera hospitalidad empieza en la mesa son los que terminan dejando huella. Más allá de las almohadas perfectas, la arquitectura fotogénica o los atardeceres frente al mar, hay una experiencia que define —en lo íntimo y en lo colectivo— el recuerdo de un viaje: la comida.
En ese sentido, el JW Marriott Los Cabos ha construido, de forma silenciosa pero firme, uno de los ecosistemas gastronómicos más sólidos del país. No como escaparate de chefs famosos ni como proyecto de autor encapsulado, sino como una visión integral que entiende que la cocina es identidad, es territorio y también es conversación.
Desde hace años, este hotel ha apostado fuerte por colocar la gastronomía como eje estructural de su experiencia de lujo. Hoy, los resultados son evidentes.
Durante una nueva edición del festival Relish the Heritage, esa apuesta no solo se confirmó: se celebró. Este encuentro anual —que fusiona música, ingredientes locales y talento nacional— no es un evento decorativo. Es una declaración de principios: aquí la comida no es un complemento, es el lenguaje principal.
Parte del mérito de este hotel está en haber sido el primero en acoger, fuera de Vallarta, al legendario restaurante Café des Artistes, del chef Thierry Blouet. En lugar de replicar una fórmula, se integró su filosofía a un nuevo contexto costero con resultados excepcionales: un restaurante sofisticado, sereno, que dialoga con el mar sin perder su alma continental ni su profunda conexión con la escuela culinaria francesa.
A esa oferta se sumó recientemente Marhumo, la nueva propuesta del chef Javier Plascencia. Con alma peninsular y técnica de fuego, Marhumo es un homenaje al producto de Baja California en clave libre: cocina con humo, pescados impecables, reinterpretaciones como la machaca al fuego y un ambiente relajado donde la calidad es constante pero nunca pretende imponerse.
UÁ Culinary Artisans completa esta triada con un menú flexible, acogedor, y un desayuno que roza lo obsesivo en su nivel de detalle. Desde la barra de tocinos curados (sí, una barra dedicada al tocino en todas sus formas: de pavo, clásico, en maple, con jalapeño, e incluso uno de berenjena) hasta los salmón gravlax curados en betabel, mostaza y cenizas, pasando por la repostería casera y los antojitos mexicanos al comal. Aquí, el desayuno no es rutina: es diseño.
El festival Relish the Heritage no es un capricho anual: es un manifiesto que lleva años consolidándose. En esta edición, bajo el tema CDMX x Baja California Sur, se reunieron cocineros de enorme talento y sensibilidad para articular un menú a varias voces, donde cada platillo contaba una historia.
Desde el huevo perfecto con mole rosa y chapulines de Vanessa Blouet, hasta la tostada de coles de Bruselas de Fabiola Escobosa, o el inolvidable platillo de ciruelas moscatel con avellanas y asiago —también de Escobosa—, cada tiempo fue una microcelebración del producto, la técnica y el atrevimiento bien entendido.
Además de las cenas y degustaciones, hubo un almuerzo memorable en un huerto orgánico cercano, donde los chefs cocinaron literalmente en la tierra: jitomates recién cortados, burrata, vegetales asados y hummus preparados ahí mismo, entre zanahorias, arúgulas y rábanos vivos. Fue la metáfora perfecta de lo que este hotel entiende por lujo: conexión, origen y honestidad.
El JW Marriott Los Cabos no se limita a ofrecer platillos bien servidos en vajillas bonitas. Ha construido una experiencia donde la cocina convive con el diseño, el servicio, la música y el entorno natural de forma orgánica. Incluso su spa, que combina arquitectura de inspiración ancestral con rituales contemporáneos de bienestar, forma parte de esta propuesta integral donde el cuerpo y el paladar se nutren por igual.
En una ciudad tan competitiva como Los Cabos, donde el turismo exige lo mejor del mundo sin sacrificar lo local, este hotel ha entendido algo fundamental: la excelencia no está en acumular servicios, sino en tejerlos con intención.
Lo que ocurre hoy en el JW Marriott Los Cabos no es casualidad. Es el resultado de años de trabajo, de alianzas inteligentes, de una dirección clara y de un profundo respeto por la cocina como lenguaje de hospitalidad. No sorprende que haya sido sede de un festival como Relish the Heritage. Lo que sorprende es que aún no se hable más de él como lo que ya es: uno de los mejores hoteles gastronómicos del país.