Amangiri: la aventura de habitar el desierto todo el año bajo el sello Aman

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Un refugio en el desierto que se transforma con cada estación.

En el corazón de 900 acres de cañones y formaciones rocosas del sur de Utah, Amangiri se ha consolidado como uno de los resorts más icónicos del mundo. Un destino que combina lujo y naturaleza salvaje, diseñado para quienes buscan tanto aventura como introspección. Aquí, cada estación ofrece un rostro distinto del desierto, convirtiendo cada visita en una experiencia irrepetible.

Cuando el calor despierta al desierto, las horas se alargan y la aventura no tiene límites. El amanecer se vive en Alstrom Point, donde el sol incendia de oro los acantilados. El Lago Powell se convierte en escenario de movimiento constante: paddleboards que flotan entre cañones, kayaks que atraviesan calas secretas, cruceros privados que celebran la vida con champaña al caer la tarde.

Entre la adrenalina y la calma, Amangiri ofrece oasis íntimos: la piscina enclavada en roca, tratamientos como Aqua Shiatsu o la crioterapia en su spa de 2,300 m². Y cuando la noche llega, la bóveda celeste se revela con la precisión de un observatorio, guiada por astrónomos que convierten el cielo en un mapa de historias.

El aire se vuelve suave y el paisaje se tiñe de tonos ámbar. El desierto es luz y sombra, un escenario que atrae a fotógrafos de todo el mundo. Es tiempo de caminar en silencio, de dejar que los kilómetros de senderos tracen un ritmo propio, o de subir a una bicicleta eléctrica y sentir la libertad absoluta del espacio abierto.

El otoño en Amangiri también es pausa: Sesiones de Silencio que invitan a mirar hacia adentro, o experiencias sensoriales que despiertan la piel y la mente con susurros, luces y texturas. Un recordatorio de que en la quietud también hay movimiento.

Invierno: el desierto en calma

En invierno, el aire fresco limpia los pensamientos y el horizonte parece infinito. Desde un globo aerostático o un helicóptero, los cañones se abren como cicatrices majestuosas: el Gran Cañón, Bryce, Zion… paisajes que solo desde las alturas revelan su escala real.

El regreso es hacia lo íntimo: masajes con piedras calientes, faciales con arcilla y sal de Utah, rituales que reconfortan mientras el frío queda fuera. Es la temporada de recogimiento, de descubrir que el verdadero lujo está en la pausa.

El desierto como eternidad

Hay lugares que se dejan mirar y otros que se dejan habitar. Amangiri es ambos: un escenario que cambia de tono con cada estación y una experiencia que convierte el desierto en una forma de eternidad.

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